Le hemos enseñado a estar contento, a meter en un bote todo aquello que le provoca alegría y le hace estar bien. El color de la alegría, el amarillo.
De color azul pintamos la tristeza. También hay días en los que nos encontramos tristes, con ganas de llorar y estar solos...
El monstruo también se ha enfadado y ha descargado en nosotros esa rabia, le ayudamos a controlar esta emoción. El color rojo dice mucho de ello.
El miedo se apodera de nuestro monstruo y le impide hablar o moverse. Todo se vuelve de color negro y le hace sentir pequeño.
Pero la calma llega y todo se ve diferente. Estar en calma te hace sentir bien. Todo se vuelve de color verde.
El monstruo se ha encontrado bien con nosotros, ha podido poner orden a sus emociones y guardarlas de manera ordenada en sus botes correspondientes.
Con él hemos aprendido a saber como nos sentimos, en qué bote poder introducir nuestra emoción y así sentirnos mejor.
El Monstruo de Colores una historia sencilla y divertida que os recomendamos tener en casa.
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